El hechizo más simple.

Él se sentía embrujado, todo le salía mal.

Su guerrero interior estaba aprisionado,

no valían los conjuros más evolucionados,

pentáculos de sal… Todo igual. Runas, esoterismo del mejor material, mental, emocional y todo igual.

Un capullo ovular de espesa baba, espesa hasta no poder más. Densa. Cada movimiento suyo más lento que el anterior, lento, más lento y peor. Ni caminar bajo el agua podría ilustrar; quizás bajo siete metros de aceite mineral una imagen familiar podría brindar.

Y pentáculos de sal y todo igual. Runas, esoterismo del mejor material, mental, emocional y todo igual.

Un capullo ovular de espesa baba, densa hasta no poder más y ahora con doble capa que por dos la presión multiplicaba en cada pulgada, por dos en cada pulgada, eso más la gravedad.

Él se sentía embrujado, todo le salía mal, más cansado por el peso del embrujo que por el de sus años, pero jamás vencido, esperando, observando, aguantando, mas nunca derrotado.

La bruja me llegó rota, rota en más de mil pedazos, casi sin forma, dispersa y perdida en el espacio, hablo de la bruja blanca, la negra puso el embrujo y de esa casi ni hablo, solo de sus maldiciones, amorfas, injustas, vanas, de invertidos sentimientos de nuestro horrendo pasado. Aunque se podría decir que en un tiempo nos amamos. La bruja me llegó rota, roto me vio, rotos hablamos y entre tantas partes sueltas vi que todo estaba claro, eramos rompecabeza, acertijo no binario, no era sal lo necesario, era azucar y no tanto. No hay nada resuelto aun, todavía no hay nada claro, pero haremos una prueba a ver si el dulce resuelve lo que no pudo el salado.